Lo primero que pensé cuando vi que no tenía examen este lunes fue que no podía dejar que esta Javierada pasase como si tal cosa. iba a compartirla con mucha gente que aprecio y tb iba a ir mi novia, con lo cual no la podía desaprovechar. En fin, tras unas semanas algo durillas (por temas variados los cuales ya considero resueltos) llegó la gran semana. El jueves, preparé la maleta y dispuse cuerpo y alma para poder vivirla tal y como esperaba. Salimos el viernes desde San Juan de la Cruz (que está justo enfrente de mi universidad, a veces tengo la sensación de no salir de esa zona). Allí ya vi a muchísima gente conocida, especialmente me hizo ilusión ver a un seminarista llamado Alfonso, al que aprecio un montón, y a Fer, un diácono a punto de ordenarse sacerdote (espero que leáis esto). No vi a Rocío por ninguna parte (luego me enteré de que salieron por el lateral de la iglesia ¬¬).
El caso es que empezó nuestro viaje. Todo iba bien, nos montamos en el bus y salimos como si tal cosa. Se pensaba hacer una paradilla técnica en Medinaceli, pero a nosotros se nos anticipó porque se nos estropeó el autobús. Tras un rato tratando de arreglarlo, pudimos continuar nuestra marcha. En la parada, cuando iba hacia el baño, vi a una de las amigas de Rocío y ya por fin (después de dos semanas) la vi... en una gasolinera (vaya un sitio). En fin, se cenó y se continuó la marcha. En el bus tuve la oportunidad de conocer a dos chicas que vinieron con nuestra parroquia y que no conocía (Patricia y Lucía), majísimas ambas (es sorprendente como unas creencias unen a personas que no se conocen en apenas unos instantes). Y al final llegamos a Javier (desde donde NO se empezó a andar que parece otra cosa... sino vaya caca de peregrinación). Nos instalamos prontito y, tras muchas horas, sin pegar ojo, pude al fin dormir un poquito (y digo poquito pq fueron apenas 4 horas...).
El sábado, después del desayuno, cogimos otra vez los buses y fuimos a Sos del Rey Católico, un pequeño pueblecito medieval de Aragón en el que rezamos laúdes en una iglesia pequeña, pero muy bonita. Tras tomar un café y callejear un poco por el pueblo, empezamos a caminar hacia el castillo de Javier. En el camino tuve la oportunidad de hablar con mucha gente conocida y conocer a otra mucha gente, un verdadero regalo (tuve también tiempo para compartir unos minutos con Rocío). Fue muy bonito ver a tanta gente volcada en lo mismo. A eso de las 2 de la tarde, paramos para comer como a una hora de Javier. La comida (que la habíamos cogido por la mañana) estuvo divertidísima. Quiero resaltar el momento en el que nos dedicamos a jugar, literalmente, con la comida (unas naranjas que sirvieron para hacer malabares). Después de comer, empezamos un Via Crucis (para el que no lo sepa, consiste en hacer un recorrido por las etapas de la Pasión de Cristo), apenas nos duró media hora. Después, junto con Patricia y Lucía, empezamos a acelerar con la intención de alcanzar al grupo de cabeza (cosa que no se consiguió, pero bueno, lo fundamental es que se disfrutó). Y por fin llegamos a Javier. A las 5 empezó la eucaristía. El acto fue muy significativo para mí. Llevaba mucho tiempo queriendo sentir la presencia de Dios en mi vida, y allí lo sentí. Durante con un rosario enredado en la mano y con el corazón abierto, escuche cada una de las partes de la misa. Viviendo cada acto intensamente. Fue muy bonito el momento de la consagración: dp de todo un día lloviznando y con el cielo nublado, se abrió un claro en en cielo, precioso el momento. Y luego, para mí fue muy significativo el momento de ir a comulgar: iba con mi rosario en la mano y cuando llegué frente al sacerdote y levantó la forma, no podía mirar otra cosa y cuando el cura fue a dejarla en mi mano y vio el rosario, antes de que tuviera tiempo para darme la vuelta, me puso la mano sobre la muñeca y me miro con unos ojos en los que vi orgullo. Para mi fue muy significativo porque quería ver a Dios y al sentir una mano consagrada sobre mi muñeca, en la mano el rosario y la forma y aquellos ojos mirándome, fue como si fuera Él quien me estuviera diciendo que estaba orgulloso de mí. Increíble.
En fin, dp de la misa 5 de nosotros (de mi parroquia fuimos unos 10-11) nos quedamos viendo el castillo de Javier. No se si habéis estado alguna vez, pero es precioso por fuera (aunque por dentro solamente hay cuadros de San Francisco Javier). A eso de las 6:30-7:00 nos bajamos al centro donde estábamos alojados, a apenas un kilómetro del castillo. Me aseé un poco, estuve un ratillo con Ro y a cenar. Después de la cena, subimos de nuevo al castillo para una vigilia. lo pasé fatal a la subida puesto que después de 3 meses sin apenas moverme, me dio un calambre en la rodilla izquierda que me hizo polvo. En fin, de la vigilia, quiero destacar un poema que para mi significó muchísimas cosas. Aquí lo dejo:
Un pastorcico solo está penado,
ajeno de placer y de contento,
y en su pastora puesto el pensamiento,
y el pecho del amor muy lastimado.
ajeno de placer y de contento,
y en su pastora puesto el pensamiento,
y el pecho del amor muy lastimado.
No llora por haberle amor llagado,
que no le pena verse así afligido,
aunque en el corazón está herido;
mas llora por pensar que está olvidado.
que no le pena verse así afligido,
aunque en el corazón está herido;
mas llora por pensar que está olvidado.
Que sólo de pensar que está olvidado
de su bella pastora, con gran pena
se deja maltratar en tierra ajena,
el pecho del amor muy lastimado.
de su bella pastora, con gran pena
se deja maltratar en tierra ajena,
el pecho del amor muy lastimado.
Y dice el pastorcito: ¡Ay, desdichado
de aquel que de mi amor ha hecho ausencia
y no quiere gozar la mi presencia,
y el pecho por su amor muy lastimado!
de aquel que de mi amor ha hecho ausencia
y no quiere gozar la mi presencia,
y el pecho por su amor muy lastimado!
Y a cabo de un gran rato se ha encumbrado
sobre un árbol, do abrió sus brazos bellos,
y muerto se ha quedado asido dellos,
el pecho del amor muy lastimado.
sobre un árbol, do abrió sus brazos bellos,
y muerto se ha quedado asido dellos,
el pecho del amor muy lastimado.
Precioso verdad. Me marcó mucho. Después, nos bajamos al albergue y al saco. Aunque dormíamos cerca de unas niñatas (una de las cuales me pidió que no apagara la luz pq no sabía ponerse un calcetín -debe ser que no atinaba con el pie-), que, por lo visto, hubo alcohol, y que se armó un poco de bulla, yo caí en poco tiempo.
El domingo, desayunamos e hicimos el petate. Cuando a mi solo me quedaba subir al autobús, tuve un ratillo para hablar con Ro. En fin, subimos al bus y fuimos al monasterio de Leyre. Antes de entrar a rezar laúdes, sentí la necesidad imperiosa de charlar con Fer. Tras los laúdes y una catequesis, celebramos la misa. Fue una misa también muy bonita. Los monjes de Leyre cantan genial y, no sé, también la viví muy fuertemente . El caso es que dp de misa, me encontré con Ro y me dijo que me quería. Es increíble lo retorcida que tiene la mente Dios, pero qué bien sabe tocar la fibra sensible. Hoy me siento mucho más unido a Él a través de ella. Esto ha servido para darme una lección importantísima para la vida (por lo menos para la mía): "La vida es un camino, en el camino hay momentos en los que tus rodillas te pueden fallar, puedes tropezar y caer, pero nunca hay que dejar de luchar por conseguir nuestra meta, Dios, o lo que es lo mismo, la felicidad".
Desde luego no me arrepiento para nada de haber vivido esta Javierada. Ojalá que este estado de embriaguez dure mucho tiempo, porque hoy soy feliz.
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