Ayer no actualicé y por poco hoy tampoco, pero bueno, tenía buenos motivos. Ayer estuve en el ensayo de teatro. Para los que me conocéis sabéis que el teatro es una de mis grandes pasiones y que es algo que me ayuda a liberar mucha adrenalina (que le vamos a hacer, otros la liberan bebiendo, tirándose en paracaídas, yo prefiero actuar). ADORO EL TEATRO, son tantas las emociones que puedo sentir. Además hace mucho que estoy rodeado de unos actores geniales, de verdad, ojalá eso se pegue porque me encantaría saber hacerlo como actúan ellos.
Y el hoy... acabo de volver de estar con Rocío. Y la verdad, la felicidad que he tenido esta semana... no sé... como que se le han caído las alas. No ha pasado nada malo con ella, ¡qué va! Simplemente es que uno traía sus expectativas echas... y claro, el precipitarse es lo que tiene, que esas expectativas, se chafan. La culpa no es suya,... no creo que sea tampoco mía, son simplemente cosas que pasan entre las personas ¿no?
Mientras volvía a casa, iba pensándolo todo muy detenidamente. Claramente, un chico que está enamorado de su novia, cuando algo va mal, intenta ver dónde ha fallado (él se entiende). pues he empezado por ahí, ¿he hecho algo mal? Pero me he dado cuenta de que la respuesta es negativa (y no es soberbia, simplemente que no ha pasado nada supergordo como para haber podido liarla). Puede que me halla precipitado un poco, pero eso es todo. Claro, he pensado, que sería un poco idiota si uno se ciega y no se da cuenta de que es la otra parte la que ha fallado. Pero tampoco es ella (de ahí mi conclusión). Pero el caso es que he vuelto a casa alicaído. No hacía más que rezar y preguntar por qué. Pero, gracias a Dios, mis momentos de dudas han acabado. Es cierto, que todo periodo de felicidad acaba, pero que bonito es levantarse. Una ducha calentita, el agua recorriendo mi cabeza, mi espalda y todos los males parecen haber desaparecido. He pasado del "llanto" (e insisto que tampoco ha sido para tanto) a la normalidad en apenas una hora. Hace apenas tres cuartos de hora, me sentía la persona más pequeña del mundo, pero ya pasó. Estoy seguro de lo que hago, puede que, por una vez en mi vida, las cosas no las esté organizando yo, sino que dejo obrar y es maravilloso de verdad. Y simplemente tengo un deseo, que todas las dudas que tiene Rocío, como las mías propias, se aclaren y así pueda hacerla feliz...
No hay comentarios:
Publicar un comentario